El delfín es un animal de gran constitución y agilidad. Se caracteriza por su sorprendente adaptación a la vida en cautiverio y las preferencias que los seres humanos tenemos para con este, dadas su gran inteligencia y simpatía. Incluso en libertad, causa una grata impresión a los pasajeros de barcos y cruceros, con quienes suele encontrarse cuando viaja en manadas a través de las grandes corrientes.
Aunque muchas personas lo ignoran, el delfín no es un pez, sino un mamífero. Una prueba de ello es que nada saltando y hundiéndose rítmicamente en el agua, lo cual le permite subir la cabeza y tomar aire.
Otra característica del delfín es su singular apetito. Su alimentación se basa en pequeños peces que va encontrando en sus incansables viajes. Para el hombre, felizmente, su carne no constituye un platillo delicioso, por lo que su caza se limita a pocos lugares en el mundo.
El delfín, asimismo, ha desarrollado una gran consideración por sus semejantes. Si uno de la manada está muriendo, los otros utilizan sus cuerpos para mantenerlo a flote y ayudar a que tome aire.
Para comunicarse, los delfines utilizan gestos y un ruido característico que se parece a un silbido. Curiosamente, algunos estudios científicos han concluido en que cada uno de estos mamíferos emplea un silbido característico e inimitable, el cual obtienen por respuesta al llamado de su propia madre.