"Captar" las situaciones que nos plantea la vida es una virtud (llamémosle virtud) que, definitivamente, no puede considerarse como absoluta. Depende mucho de la edad, madurez y actividad cotidiana del individuo. Se hace igualmente necesario, sin embargo, considerar el contexto y la situación. La sutileza que tiene un niño promedio, por ejemplo, no podría competir con la de un hombre mayor de facultades plenas si los pusiéramos en un sitio lleno de adultos, como una empresa o un un banco. Caso contrario hallaremos en la participación de este último en los juegos del pequeño. Este ejemplo, por supuesto, se volvería inútil si consideramos la singularidad de cada individuo, las experiencias que ha tenido y su respuesta ante estas.
Por todo ello, contabilizar la captación de cada persona sobre la base de un sistema fijo representa una empresa condenada al fracaso. Conviene, más bien, tomar en cuenta (y tener siempre presente) esta realidad -que demuestra las limitaciones de un esquema para contabilizar las capacidades del hombre- para mejorar y conservar más gratamente nuestras propias relaciones interpersonales.
Por todo ello, contabilizar la captación de cada persona sobre la base de un sistema fijo representa una empresa condenada al fracaso. Conviene, más bien, tomar en cuenta (y tener siempre presente) esta realidad -que demuestra las limitaciones de un esquema para contabilizar las capacidades del hombre- para mejorar y conservar más gratamente nuestras propias relaciones interpersonales.